Hay manchas oscuras que ya no salen
palabras sin olvido que sangran la sangre, que tiñen de rojo los ratos
los recuerdos buenos.
No te puedo perdonar.
No has cogido ninguna de las cuerdas que te lancé al pozo.
Ya no quedan árboles donde atar el otro extremo.
Y la última me la he anudado a mí.
Los pasos nos cuestan a todos.
Y tú llevas años caminando círculos, uno tras otro y cada vez más pequeños.
Tiraré. Hasta que se rompa la soga.
Pero yo, no me voy a romper.
No voy a partirme para darte lo que no valoras, enfrentarme a lo inmutable.
Ni mis ganas, que son mías, para que las tires, al suelo.
No, mírame, yo sí quiero ser feliz.
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