Con siete vidas
Sólo nosotros sabemos cómo es el monstruo
que oscuro, espera en la sombra
a veces sueño y otras cadenas con bola, pijama a rayas que no deja dormir.
Reos del miedo, del fracaso, de la pérdida.
De que lo repetido se repita. Del dolor.
Observamos al monstruo, lo vemos llegar
de lejos, pero no huimos. En esa oscuridad no sólo vive él
nos gusta pasear en el ella, curiosos con siete vidas.
No hay perro que ladre si estamos juntos.
Ya aprendí a callar y gruñir.
A distinguir la maldad del que es malo, de la crueldad pegada de la mala vida.
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