El café calienta mis manos mañanas de invierno en primavera.
Tú me miras, me escuchas contarte
cada momento que sucede en la espera que falta, entre nuestro tacto.
Mis ojos dos suspiros que parpadean lejos
mis pestañas casi rozan las tuyas.
Conozco las manchas de tu iris, veo moverse tus pupilas, nos veo a los dos
recorriéndonos la piel, las marcas de la vida mellada en la cara.
Como si fuera otra, vida pasada, que no es esta nuestra.
Sólo quiero vivírte, vivírme contigo.
Despertar sabiendo que estás ahí, mi respiración, aire para ti.
Mis palabras, mis silencios, sabes que te pertenecen. Que te piensan siempre
antes de ser. Que cuando son, son nuestros.
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