Nido propio


No puedo dejar que quemes tus alas
como si fueran leña. Para calentarnos.
Prefiero el frío
que en tus brazos no existe.

No puedo verte, lejos, con los ojos húmedos
mis ojos húmedos, los tuyos
hablando cómplices del mismo idioma
de uno nuestro que nadie más entiende.

Dicen nos vamos. Y donde sea.
Donde podamos ser, tú y yo quienes somos.
Donde arda leña, nido propio y podamos volar.


El suelo tú y yo.


Te llevo escrito en la piel
como un mapa
de memoria, como las estrellas
que siempre estuvieron ahí
como las que divisan el camino.

Guardo la tormenta, los rayos que vimos a lo lejos
los truenos que llegaban tarde.
Nos guardo a ti y a mí en el tejado, entre las nubes.
El sonido de la lluvia cayendo desde dentro
y sin luz, nos vimos igual. Nos vemos
igual cada mañana, tus ojos mi despertar.

El suelo tú y yo.
Una hoguera y nuestras manos
llenas, en el tacto del otro, desnudas.
Crepitar son nuestros besos, calor
tus caricias mi hogar.


Hoy.


Hoy hace siete días
un trozo de mí
se marchó de aquí en tus ojos.
Hoy hace siete días.
Me encontraste, Amor.
Después de sombras
de manos cerradas y puertas de golpe.
Llegaste. Y ni te imaginaba.

Me pierdo en ti, en el lenguaje
de tu mirada, de tus dedos
donde las palabras no llegan
a vernos despertar
al mismo tiempo.

Siete días y sólo quiero, volver a ti.


Besos mudos.


Besos mudos que hablan te quieros, que saben, que entienden y acuden.
Puedo verte la cara, los gestos, la mirada y el alma. Dentro te llevo
marcado en la frente, como tu tacto, donde yo esté.

Reflejarse es verse. Verte, verme.


Como quedó sigue todo.
Ámbar, es la luz con la que te miro.
Con la que nos vemos.
Tú, mi reflejo.





...Presentir...


Como gatos que saben dónde pisar.
Nuestro suelo es cualquier lugar.



Ser y contigo.


Digo nuestra boca
que dice lo mismo.
Que no son palabras
si no aliento y besos.
Digo nuestra boca
porque es Amor y es una
que habla por el otro.
Digo Amor, y las cosas que te digo
y las que me dices...
Digo, que nadie sabe lo que nos decimos
cuando nos miramos el silencio, el desnudo, en los ojos.
Vulnerables, sinceros.
Digo nadie, pero nosotros sí.
Nosotros sí.
Sí, digo sí desde que sé que existes
-si me concentro, puedo verte puedo olerte, la piel- sentirte.

Todavía me pregunto
me sorprende el momento que descubro
ese algo en ti -como girasoles, margaritas-.
-Charcos de agua negra en lo que quedó después-.
Mi reflejo.
La vida es sencilla. No es poco o mucho
si no con quien.
                            Ser -y contigo, sé que puedo-.



Calcos en el núcleo.


"Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan"
-A. Pizarnik.


Alguien quería entrar y no sabía quien eras.
Sombras que sugerían
saber caminar entre ellas.
Un Amor vivo y uno muerto.
En tus ojos, la niña que fui.
En tus manos inquietas mi alegría.

Despertaré y estarás
real como un beso
como reencontrarme en ti
como una certeza.
Hilos en tu abrazo
sutura en el alma.

No hay triste aquí
no hay tristes.
Ni silencio oscuro ni duda.

Sólo vida en nuestra boca.




Mis orejas.


Dime lo que necesitas
lo que esté en mis manos
te lo daré.
Dime qué quieres saber
de esta yo.
De mis piedras, de mi alegría
de los años.
Te lo contaré todo.
Toma este amor mío
que tan mal quisieron
porque te lo quiero dar.
Dulce, como si te diera
esa luz que sacas de mí.
Cuéntame lo que quieras
cuéntamelo todo.
Mis orejas son las tuyas
y mi corazón te quiere oír.


Hondo.


La noche hoy no va a dormir.
Insomne de vueltas que se pierden sin encuentro
que respiran hondo y aprietan los párpados.

La noche no va a dormir
se le fueron los ojos para cerrarlos, mojados
flotan en el agua.

No dormirá
cama de roca, de suelo, intemperie.
Espacio vacío.

Se hará un ovillo, gata ciega
esta noche afónica de maullidos sordos.
De ecos repetidos que no escapan los muros.
Palabras que no llegan a tocarte
que no son besos y no acarician.

No va a dormir la noche
despierta sigue, hecha un ovillo.

Sanguina #3.


Mi aire.


Siempre entrego demasiado
porque no me guardo nada para mí.
Amor es darse, es pensar en el otro
antes incluso que en ti.
No es obligación sino regalar.
Tiempo compartido que al final
es vida. Que también termina
y es muerte.
Te puedo dar la verdad que aún
no me han quitado de la boca
las lágrimas de anoche
dobladas en la sábana.
Te puedo dar los besos que ahora
sólo te miran, ojos que esperan.
La valentía que resiste
cuando la cera se derrite y caes.
Mi aire, si tú no tienes
mi luz cuando la tengo y la sombra
que me recoso si escapa.
Te puedo dar todo lo que te he pensado
cuando me mires y me veas por dentro.
Todo lo que se me olvida aunque no quiera.
Puedo darte caos, que de eso me sobra.
O calma, si la encuentro contigo.
Un orden que no hayas visto
cambiante...

Me puedo dar toda
y darte lo que tú me des.


Y sus manos.


Mi hogar se murió hace décadas.
Me dejó las ganas de llegar lejos
y sus manos.

Mi hogar se llamaba Angustias
y si las tenía las llevaba por dentro.
Nunca dejó de quererme
ni a mí ni a nadie, fue amor siempre
y manos llenas.
La gente venía a verla, a pasar la tarde
en su compañía.
La querían, no sé si tanto como yo a ella
no sé si tanto como ella a los demás.

Mi hogar se llamaba Angustias
la llamaban Guti y era mi abuela.

Me enseñó a compartir hasta lo que no se tiene.
A ponerme en el lugar del otro.
A saber cuando algo no merece la pena.
Y a no dejar que nadie me haga sentir
como no soy.
Me enseñó, sin darme cuenta.

Mi hogar, era ella
y me dibujaba flores para que las pintara.
Como las que su marido le subía del patio
cada mañana.

Me enseñó casi todo lo que ahora sé que es cierto.
Y lo más importante
lo que es el amor y lo que significa.




En un hilo.


Vivo en un hilo que recorre siempre
los mismos huecos.
Que lo más lejos circunvala.

Descoserme de esta nada.
Irme donde no tenga que ser nadie.
Donde mi vida sea mía también para lo bueno.
Este ahora está vacío y este aquí ha muerto.

Ya podemos decir todos lo bueno que fue.
Plañir luto.
Cómo fue.
Venía de atrás, nada nuevo.
Síntomas de abandono
cada día más anciano
más arcaico, más aislado y hueco.
Nunca quise volver.
Nunca para quedarme, para agonizar este aquí.

Fuera soy otra
yo.



Es afuera.


Hoy no hay dentro, todo es afuera
techo a la intemperie gris.
El único dentro es en mí.
Y tampoco es que sea muy acogedor
es más un tedio que ya conozco
una antártida helada en la que nada sucede salvo las horas.
Nubes de plomo que soplan lluvias frías desdén.
Hoy no hay dentro, hueco helado blanco sin iglú construido.
Sin base propia, vestigios y ruinas de lo que hubo un tiempo atrás
recuerdos de alguien que ya no sé si era yo.
Si hice mío lo que nunca fue.
No importa, éste es mi único refugio ahora.
Nadie sabe dónde estoy.
Nadie sabe que en el camino a casa, no encontré el camino.
Me he quedado aquí, lo demás es afuera.