Me quedan las manos.
Mi cara
de ojeras marcadas de noche sin sueño
cama sola que no me espera, ni acoge
lecho de nieve, fragmento de frío desprendido
trozo vagando a la deriva sobre el que me tumbo y miro arriba
techo blanco.
Azul agua ven mis ganas con los ojos cerrados
alrededor no hay nada
sólo yo navego, aire que me mece sin vela.
Naufragio de la noche
piedras en los bolsillos acumuladas en el día que pesan fondo.
Que quiebran hielo en el pecho y lo hacen añicos de cristal.
Me quedan las manos intactas
puras de amor que son tuyas para llevarlas juntas
a donde puedan tocarse, a donde quieran llevarnos.
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