Te llevo escrito en la piel
como un mapa
de memoria, como las estrellas
que siempre estuvieron ahí
como las que divisan el camino.
Guardo la tormenta, los rayos que vimos a lo lejos
los truenos que llegaban tarde.
Nos guardo a ti y a mí en el tejado, entre las nubes.
El sonido de la lluvia cayendo desde dentro
y sin luz, nos vimos igual. Nos vemos
igual cada mañana, tus ojos mi despertar.
El suelo tú y yo.
Una hoguera y nuestras manos
llenas, en el tacto del otro, desnudas.
Crepitar son nuestros besos, calor
tus caricias mi hogar.
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