Mi piel no entiende de distancia, sí de ausencia. De ganas, de no poder
mis labios saben tu nombre, aún sin besos.
Mi cordura acaba donde la vida pone las trabas
eco de mañana que me gustaría fuese hoy, ansia de saberte.
Tiempo raro que corre y se detiene
incalculable en paso. Caricias frustradas que se escapan de las manos
como queriendo atravesar el aire, atravesarte sin piel, sin cuerdas ancladas al suelo
océano profundo en el que ahogarse. En el que ahondar.
Refugio al otro lado eres, cobijo de lo que queda de mí.
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