Me acurruco
en una cama triste.
A las ocho de la mañana.
Me enrosco en mi edredón
para sentir algo cálido
sobre mi piel.
Sólo es un nido artificial
de tela y espuma.
Nada
comparado a tu abrazo.
Y aunque es mi cama
es un nido triste.
Y su calidez, artificial.
.
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