Quieta


La tristeza llega sin avisar
y se instala, en una mueca
en una mirada que de tan lejos se pierde
en un silencio que no sabe qué decir o si puede hablar.

No hay razón, cuando los párpados no quieren abrir apenas una rendija.
No hay razón, cuando el alma grita ahogada, muda, en un rincón.
Quieta ante la fragilidad. No pestañees
no te muevas, no hay a dónde.

Todo es invierno, y el hielo que aún no se ha deshecho, está dentro de ti.


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