Hoy ya he visto dar las cinco dos veces.
Las horas repetidas se me clavan en la espalda
entre los omóplatos.
En la vértebra que descarrila el tren.
Dolor y tensión. No tristeza.
Una tensión vieja y encorvada
que zurce los rotos y rasgaduras
veinticuatro horas al día.
Hay gente que cree que me conoce
como esos que hablan de enfermedades
en la cola para el médico.
La única enfermedad es la falta de personal.
Médicos y profesores.
La única enfermedad es la falta de sentido común.
La única enfermedad es la pasta que le debemos a Europa.
La enfermedad fue ir a la casa de empeños y privatizar España.
Los créditos, las deudas, el dinero líquido
contar diez cuando sólo hay cinco. Hacernos más esclavos.
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