Ábreme la boca.

La humedad
absorbida en mi mirada.

La boca cerrada.
No sé qué decir.

Pienso y espero
mientras me crujo la espalda
y desenredo mi estómago.

Temo que puedo pasar el día entero
aquí sentada, en la misma postura.
Pegada a la luz mustia
que entra por el cristal.

Y se me encogen los sentidos.
Me retraigo.

Sale el sol, intermitente
entre nubes grises
y me dice que sí.

Aunque sigo esperando.
Que tu boca
abra la mía.

Que beses mi corazón
con dulzura, que me lo cures.

Que me digas si es verdad
que quieres despertar cada mañana
a mi lado

pese a ser mañanas tormento.
Pese a que me cabree si no hay café hecho.

Que me quieres, aunque te chinche
y te meta el dedo en la nariz.
Aunque me tire encima de ti
y te aplaste,
y me obsesione explotarte los granos.

Que me quieres, que sin mí no duermes.
¡Dímelo!
Ábreme la boca.
Con tu boca.
Bésame con dulzura.

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