me lo dice el suelo de madera,
el papel pintado en las paredes,
la foto de mi abuelo de niño,
con actitud chulesca.
Me lo dicen los radiadores calientes
y el reloj de cuerda,
el tic-tac de su péndulo
con el que me quedaba dormida,
en aquella cama turca,
en ese colchón de lana
que ya tenía mi forma.
Estoy en casa,
y me hablan los recuerdos,
la colcha azul prusia de la cama de mi abuela,
el sonido de sus pasos cortos
por el pasillo, sus manos finas
y esa bata roja que le cubría hasta los pies.
Estoy en casa y siento que ella sigue aquí.
Aunque sé que no es así, que se ha ido,
sé que siempre estuvo conmigo.
Me encanta.
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