Me asomo a la ventana
y veo suelo mojado.
Ya es de noche.
En invierno el sol se rinde antes
y es la luna la que lucha
entre las nubes por brillar.
El invierno es oscuro y húmedo.
Llegas a casa con los pies encharcados
y el frío en los huesos.
En días como hoy,
en la calle sólo hay gente con paraguas,
charcos y miradas perdidas.
Sólo he salido a comprar
huevos y cocacola,
a la tienda de la vuelta de la esquina
y tabaco en el bar de abajo.
Iba a ir a dar un paseo,
pero con tanta lugubréz,
se me han quitado las ganas.
He vuelto a mi habitación,
me he puesto ropa seca
y me he pasado el resto
del día viendo películas.
Cuando ya no me quedaban más,
que no hubiera visto antes,
me he dedicado a divagar.
A pensar en el aquí y en el ahora,
en el mañana, en el dónde
y en el con quién.
El invierno nos recuerda quienes somos,
me miré en un charco
y solo ví mi reflejo y una colilla
que alguien había tirado en él.
El invierno, frío,
que hace que hasta el sol se rinda.
El invierno, mojado,
que despluma a los árboles
y los deja en ramas.
El invierno oscuro, de luz artificial.
Quizá sean esas manos cálidas,
a las que soy casi una adicta,
las que me faltan.
Esas que me despiertan entre caricias,
cuando la luz de la mañana
entra por la ventana.
Que me dicen que estás conmigo
y que hay que levantarse porque el día,
va a merecer la pena.
.
El escenario de los Balcanes
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*Por* *Matt Broomfield*
* Periodista freelance, crítico y especializado en el norte y este de
Siria (NES), Turquía, Siria y Oriente Medio en genera...
Hace 6 horas
pat mola. los charcos no reflejan la realidad. qué fiabilidad pueden tener, sólo es agua sucia.
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