Se arremolina bajo el toldo azul.
Palpa cada hoja, se cuela entre ellas
y las acaricia.
Verde.
Y mi mente entre montañas verdes,
entre pinos, entre la hierba.
Subida al magnolio que regaba mi abuelo.
Sentada en esa piedra del rincón,
entre el laurel y la hiedra.
Y las flores amarillas de la esquina,
con las que elaborábamos
complicadas pociones mágicas.
Y aquella piscina de plástico
también azul.
Y la bici de paseo rosa
que todas hemos montado.
La luz del atardecer,
los últimos correteos libres
y una voz que llama desde la galería:
¡Niñas a cenar!
No hay comentarios:
Publicar un comentario