Empiezan a ser ya demasiado oscuros. Los colores del día se funden en negro.
Mañana volverá a ser miércoles, cada semana lo mismo.
Ya se está acabando abril, cada año lo mismo.
Y todo sigue así, cada mañana lo mismo y cada vez menos turismo.
Cada vez menos, y menos neuronas también.
Recuerdos desde el ayer y nuevos rumbos sin dirección, nuevos tumbos entre mi indecisión.
Mis incertidumbres apesadumbradas y el destino de un diapasón.
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No sirve de nada lamentarse.
Que aún no está todo perdido, tampoco es que lleve ganado demasiado.
Pero no me he pasado del todo al otro lado y no me da la gana dejar todo amontonado en el tejado.
Que luego llueve y se me mojan los deberes, se convierten en papel mojado.
Papel ajado en la memoria.
De mi memoria ya ni hablemos, menos mal que uso estos cuadernos.
Y que el invierno, al menos por este año, se va, con con su puto frío.
Y yo me río ¡Por las mañanas entra el sol! y me motivo.
Quiero a mis amigos. No quiero irme ni que se vayan, los quiero aquí conmigo.
Pero qué importa lo que quiera yo o el centro de mi ombligo.
Qué importancia tiene lo que digo, lo que escribo, lo que pinto o lo que vivo.
Si lo importante al fin y al cabo es la constancia y un título de papel.
La distancia y una torre de babel.
La sustancia y el crack del 29.
Tener templanza para ir llevando lo que llegue.
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Rugen las nubes
enmarañadas entre rayos.
La electricidad se respira.
Contemplo el espectáculo.
Yo, estoy como el día.
Como lo que ya es noche.
Otra más, otra noche
llena de reproches,
de culpas.
Llena de soledad.
Llena de vacío.
Otro rayo más.
Esta vez mucho más fuerte.
Tres segundos.
El trueno y su estruendo.
Gotas frías que se adhieren al cristal.
Tormentas que turban mi frágil mente.
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Ha dejado de llover. Ahora sólo quedan calles mojadas. Cemento, ladrillo, hormigón y asfalto.
Un río marrón enlodado.
Hoy casi no he salido de esta habitación de paredes blancas. y mi mente y mi inspiración en blanco.
Sin blanca. Y encima ésta lluvia no me ha dejado ni sentarme en un puto banco.
Mañana me vuelvo a mi casa, lo justo para el bus. Ganas de hogar y amigos.
Ganas de respirar y dejar los suspiros. Pero me temo que no va ha ser así.
Apenas encuentro paz ya, en ningún lugar. Y mi hogar "son recuerdos de un patio" de Bembibre.