Ropa sin doblar.


Hay veces que noto mi sangre correr, latir, llenar.
Otras que la pierdo, huye, gotea.

Hay recuerdos que cortan y pinchan
que clavan, desuellan y vacían.

Hay miradas que recordaría todas las mañanas.
Y otras que me llevaría a la cama.

Hay noches en las que duermo de día.
Palabras que borraría y ropa sin doblar.

Hay lugares para no estar.
Vidas que no viven y sueños sin soñar.

Hay tanto, que a veces parece nada.

Nieve ingrávida


En algún lugar allá arriba
esta lluvia tenue y lenta de mediodía
casi imperceptible
salvo por su mojar
es nieve.

Que no cae
como hacen las cosas con peso
sino que se deposita
con ingravidez.

Que reposa tranquila
al dejar de flotar.
Amontonándose
ssshh... en silencio
como plumas blancas.


Sin existir.



Sólo es vivir día a día, lo que hago.
Al fin y al cabo los sueños, sueños son.

No sé qué espero. Es como si no hubiese nada
que esperar.
(Nadie que te espere).

El futuro, sin existir, existe incertidumbre.

Me conformo con el crepitar de la lumbre.
Con que las brasas que me quedan prendidas
no se apaguen.

THE LiFE I LiVE.


Camino de vuelta a casa
por la carretera. Son las dos.
Y ya no hay nadie.

En mis cascos suena InI y Pete rock
THE LiFE I LiVE. Y no hace frío.

Hoy no. Está nublada
la noche y la luna.


No te dejaré seguir.


Muérete, tristeza.
No te dejaré seguir.
Ya sólo puedes volverme apática
y eso tampoco lo quiero.

Muérete. Y que renazca la vida.
Ya no te quiero.
No te quiero a mi lado, dentro de mí.
NO. Muérete.

Dentro de mí sólo quiero flores.
Que crezcan cada día y anhelen ver el sol.
Muérete tristeza, en lo más sucio
y mojado de tu esencia.

En tu propia exasperación.
Ahógate en tu angustia.
Ahórcate con la soga y el nudo
que guardabas para mí.

Muérete, en lo más sucio de ti.
Aquí dentro, ya no te quiero.


Este ahora.

En este valle me hallo, y cada día descubro algo nuevo de mí, algo nuevo que es el yo aquí.
Y no es nuevo porque ya he estado, el ahora es la novedad.

Todos sabemos cómo es este ahora. Es un ahora sin tierra a la vista. Sin mapas, ni coordenadas.
Un ahora a pelo.

Y a veces ganan las olas y nos arrastra la resaca, y nos lleva dentro de las dudas de la oscuridad
de un futuro que no va más allá de mañana.

Y en mi ahora, cada detalle es importante porque es lo único que cambia de un día a otro. Y lo prefiero
así, me obliga a fijarme en los matices.

A pensar en dónde perdemos la mirada y el tiempo, que a veces sobra y otras falta, como el tacto.